
No temas al cambio, a lo desconocido, a lo nuevo, nos resistimos a cambiar con las excusas del no quiero, no puedo y no conozco… tres autoengaños muy cómodos pero peligrosos.
Las personas tendemos a querer controlarlo todo, nada se nos puede escapar, por eso cuando cambiamos de etapa o, nos exponemos a una nueva situación nos sentimos tan descolocados. Tenemos pánico a la incertidumbre, es un terreno sobre el que no tenemos ningún mecanismo de acción y miles de preguntas y posibles hipótesis se apoderan de nuestro pensamiento.
¿Cómo podemos cambiar esta dinámica? La clave está en ser flexibles para no rompernos, en no ser tan rígidos con nosotros mismos y dejar algo de espacio al caos.
Tenemos que aprender a convivir con la incertidumbre, aprender que nunca vamos a poder controlarlo todo (y menos mal). El primer paso es aceptarlo y darte un tiempo para tomar conciencia del momento en el que te encuentras, aceptar las cosas que han cambiado, y visualiza el punto de partida para conseguir llegar a donde quieres.
Fíjate objetivos, metas, tener motivaciones e ilusiones que te impulsen a mejorar, si la situación no te gusta cámbiala, si no puedes, acéptala y decide, dentro de esas circunstancias qué quieres hacer, siempre hay un margen de acción.
El cambio siempre es positivo, siempre suma, no debemos temer. El cambio es progreso. Tampoco debemos temer a las etapas difíciles, es en las crisis donde sacamos nuestros mejores recursos, que en muchas ocasiones ni sabías que tenías, es ahí donde se produce el cambio, es en los momentos complicados cuando aprendemos a levantarnos, aprendemos que somos capaces de caminar una vez más. Es en esos momentos difíciles cuando nos demostramos lo fuertes que podemos llegar a ser, es una oportunidad para sacar a relucir nuestra capacidad de afrontamiento, una oportunidad para mejorar, para progresar, para reinventarte.
La evolución de las especies así lo demuestra, el cambio hacia una especie más evolucionada se produce cuando el ambiente ya no satisface las necesidades del organismo o cuando este ya no es apto para vivir en ese ambiente. Es reinventarse o morir. El primer cambio radical lo experimentamos en el parto, el bebé ya no encuentra respuesta en su medio, se le queda pequeño y debe iniciar el parto, si no hace ese esfuerzo que es incluso traumático, no podrá sobrevivir por más tiempo en el vientre materno. El bebé cambia de medio y su primera misión es adaptarse al nuevo entorno y desarrolla nuevos mecanismos de interacción: llora, hace sonido, se mueve, para conseguir respuesta del medio. Nuestro desarrollo vital parte de la total dependencia del ambiente y progresivamente va hacia la independencia, conforme el niño crece aprende a satisfacer él solo sus necesidades. Esta evolución se produce gracias al cambio en la relación organismo-ambiente. El organismo que no cambia, que no evoluciona, que no se adapta: muere. El organismo que espera que sea el ambiente el que se adapte: muere, no evoluciona. La relación de organismo y ambiente es recíproca, si no se complementan el organismo no puede satisfacer sus necesidades.
¿Buscas dinámicas para trabajar la tolerancia al cambio? Te dejo alguna idea:
Vas a realizar un trabajo con acuarelas, te recomiendo usar papel gordo y pinceles suaves que no puedan romper el papel.
Ahora, te pido que simbolices en un dibujo lo que es el cambio para ti, haz tu imagen del cambio, usa los colores que quieras, y date la libertad y el tiempo que necesites. Haz una foto a tu dibujo cuando termines.
Ahora coge una esponja y mójala, ve soltando agua sobre tu dibujo, es aquí donde verás el verdadero cambio. Hazlo a tu ritmo y con la cantidad de agua que quieras, hasta donde quieras. Observa detenidamente qué efecto hace el agua sobre tu dibujo, todo ha cambiado. Lo que era ya no es, pero de alguna manera lo que hay ahora nace de lo que hubo. Déjalo secar y hazle una foto para que puedas comparar ambos momentos.
La cantidad de agua depende de ti, de lo que te permitas soltar y fluir, no te fuerces a la primera, es una dinámica que puedes repetir varias veces en función de cómo te sientas.
Reflexiona:
- ¿Qué es el cambio para ti?
- ¿Qué dibujo te gusta más?
- ¿Qué título darías a cada foto?
- ¿Qué te ha costado más y menos?
- ¿Qué sensación o emoción primaba cuando el agua estaba modificando tu dibujo?
Esta dinámica es una metáfora de los cambios inesperados que a veces debemos atravesar y nos cuesta aceptar porque es un cambio que no parte de elección propia. Genera incertidumbre y no sabemos cuáles van a ser las consecuencias.. Es aquí donde debemos entrenar nuestra flexibilidad y tolerancia a lo desconocido.
Espero que te haya gustado la dinámica y si te apetece puedes compartirla en nuestras redes, estaremos ansiosos de ver vuestros cambios y daros un feedback.
Yo no te voy a decir lo típico de “No cambies nunca”, y no porque no seas hoy lo suficientemente bueno, seguro que sí pero créeme, siempre podemos evolucionar más. Así que yo te digo todo lo contrario: cambia, crece, camina, muévete, decide y nunca te pares, busca el entorno que satisfaga tus necesidades pero aprende a vivir en uno que se te quede pequeño, es el que te hará evolucionar.





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