Aquel hombre quiso llegar a la cima de la montaña, llevaba andando más de dos horas por un frondoso bosque y se notaba cansado pero no quiso parar ya que su única ilusión era llegar a lo más alto cuanto antes y poder contemplar desde allí las hermosas vistas así que continuó con paso firme y con su enorme mochila donde llevaba todas las cosas que podría necesitar: comida, abrigo, linterna y demás útiles. Iba acompañado por su mujer y su hijo ya que les encantaba pasear juntos pero ellos ya no podían más, quisieron hacer un descanso pero el hombre sólo miraba a la cima, ellos insistieron en parar y comer algo pero él apenas les escuchó así que sus caminos se separaron. Él pensó que más tarde se reencontrarían, sino a la vuelta. Después de otra media hora andando el hombre estaba sediento, pero la cima ya estaba mucho más cerca y en cuanto llegara podría beber allí tranquilamente así que siguió andando. Al rato comenzó a sentir hambre pero no era el momento de parar ya casi estaba arriba. Continuó su camino y tras otra buena caminata las piernas apenas le respondían y el dolor de espalda le estaba matando, llevaba mucho peso encima, se le pasó por la cabeza soltar algo pero lo necesitaba todo ya que aún no había comido ni bebido y ya estaba anocheciendo, no podía parar ahora. Cuando apenas quedaban unos metros, llegó a una zona rocosa, cerca de un precipicio y entre la oscuridad, el cansancio, la sed, el hambre y el peso de la maleta perdió el equilibrio. Perdió la vida. Mientras caía el hombre pensó en lo idiota que había sido, nunca llegaría a la cima pero eso era lo último que le importaba ahora, dejó atrás a su familia, no disfrutó de nada de lo que llevaba en la mochila y no disfrutó del paisaje, no recordaba ni cómo había llegado allí. Solo había estado cegado por su meta y sus últimos momentos los pasó cargando un peso inútil.

Debemos aprender a soltar lo que nos pesa, nos ata y nos frena. Esto no es soltar todo, es saber distinguir entre lo importante y lo que no lo es, entre lo urgente y lo que puede esperar. Aprender a establecer prioridades que estén en sintonía con lo que tú quieres. Que tus prioridades no pesen sobre ti.  Está bien querer seguir hacia delante, querer continuar y mirar siempre al frente pero para ello tenemos que dejar atrás lo que no nos deja avanzar, de lo contrario acabaremos exhaustos, depositaremos mucho esfuerzo en un imposible y apenas conseguiremos movernos unos pasitos. El estrés, la ansiedad, las prisas y la falta de tiempo son las mochilas que más nos pesan hoy en día. Prestamos más atención a la meta que al camino. Es normal sentirnos desbordados o cansados en algún momento. Tanto si no sabes parar como si lo que no sabes es continuar, el artículo de la próxima semana es para ti. Te presentaremos una técnica que empleamos en consulta para trabajar el estrés. La técnica emplea una tecnología usada en hospitales, deportistas de alto rendimiento, empresarios con alta responsabilidad y está dando resultados sorprendente. Es una herramienta aun joven en España, con resultados prometedores.

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